sábado, 28 de marzo de 2009

...Viaje por el Desierto...



Hace unos días viví algo extraño, el sol no había salido y ya era tarde, eran las 10 A.M., era mi día de descanso, me levanté con todas las ganas de vivir posibles, pero, al ver bien cómo estaba todo afuera, los ánimos fueron en picada al suelo, todo era obscuridad afuera, todo era depresión, miedo, e incluso histeria… Los perros de la calle ya no seguían su propia cola sino que se dedicaban a aullar lo más fuerte que sus gargantas casi cerradas por el miedo les permitían, y las aves no cantaban más sus armoniosas melodías, el miedo los tenía cegados a todos.

Salí en ropa interior a la calle para ver bien cómo estaba mi tan querida sociedad (repleta de cholos, drogadictos, maleantes y policías que la única ayuda que brindan va dedicada para los narcos que les paguen más. Oh!, sí que los amo a todos), al verme la gente en mis aposentos rápidamente todos comenzaron a apuntar mis enormes atributos, cosa que ya era algo normal para mí ( ya que vives toda tu vida con ellos, te acostumbras a ser señalado por la sociedad), luego de que sus brazos se entumieron por durar horas fijas apuntándome, comencé a cuestionar qué era lo que pasaba, por qué todo estaba obscuro, pero la gente no tenía las respuestas que yo buscaba, su mejor respuesta fue “ Sí, vendo tamalitos de elote, un champurrado de rechupete y nooooombre, ni se digan las tortillitas de harina m’ijo” ( esque ya era tarde y no había desayunado, tenía que comer algo).




De pronto, se escucha un ruido que me desconcertó, volteé para todos lados, pero todo era obscuridad, era poca la visión que alguien podía tener en ése estado –kch, kch… - Se escuchó de nuevo, esta vez un poco más fuerte, como intentando llamar mi atención, volteé más alerta a todos lados, hice que mi sexto sentido se agudizara un poco para poder saber de dónde venía tal ruido – Kch, Kch! – se escuchó de nuevo, pero ni con mi sexto sentido ( el llamado sentido arácnido, sí, como el de spider-man, ese wey me copió mi poder especial… ), entonces vi un movimiento en un callejón obscuro (más que el resto de la ciudad) y así pude saber de dónde venía. Vi como una man

o buscaba esconderse en el manto de la obscuridad que brindaba ese callejón, y rápidamente me acerqué a ese lugar. Al estar ahí, noté que una persona estaba ahí, cubierta por un manto gastado de color café, creo que tenía mucho tiempo viviendo así, entonces me dijo – Me has encontrado, tú eres el elegido, te tocará salvar a la tierra de esta gran desgracia que está por ocurrir -. Yo, lo vi fijamente y guardé silencio esperando su explicación. El anciano salió de las tinieblas, y levantó su rostro lentamente, luego dirigió su mirada penetrante a mis ojos, observó mi rostro por unos segundos – Sí, te contaré lo que está pasando… - dijo de pronto el anciano. Yo continué en silencio escuchando cuidadosamente su explicación de lo que estaba pasando. Tras enseñarme la cruel realidad, opté por empezar de una vez mi misión… Salvar al mundo…

Comencé mi gran aventura, me dirigí al desierto del Sahara, tuve que nadar desde el dren que está a un lado de mi casa hasta allá, pero valió la pena (por cierto, tardé 20 mins en llegar nadando). Al llegar allá, rápidamente tuve que socializar con la gente de esas tierras lejanas, donde aprendí a sobrevivir en medio del desierto, en una tormenta de arena, en la noche, en el día, cómo satisfacer mis necesidades sexuales con las ratas de desierto, y todas esas cosas tan esenciales. En muestra de mi superioridad y mi divinidad para esa gente, me regalaron una cantimplora hecha de testículos de camello llena de agua, algo de ropa cómoda para andar en el desierto (Lo más IN que hay en el desierto del Sahara), y un Camello para mi arduo viaje.


Al otro día, después de haber dormido entre un hombre del desierto y sus veinticinco esposas, partí en búsqueda de mi destino.

Esa mañana tuve que cazar unos cuantos escorpiones para poder comerlos, y tras probar algunos, decidí comer arena mejor…

En el medio día, cacé unas ratas de desierto, y las asé, hice unas ricas carnitas de rata.




...

En la noche, el asunto no mejoró para nada, por el contrario, se dejó venir una fuerte tormenta de arena. Intenté buscar algún lugar para quedarme con mi camello Camilo, mientras pasaba la tormenta, pero no había ni una sola cueva donde pudiéramos descansar Camilo el camello y y

o, así que repentinamente recordé lo que me dijeron los amigos del desierto para poder sobrevivir… “Tienez que matarz al Camelloz(con acento árabe)”, éso no me pareció una buena idea, por el gran lazo afectivo que había entre Cami y yo, ya éramos algo más que amigos, e incluso, habíamos hecho más cosas que las que yo había hecho con mis ex novias, y de seguro también más que las que Cami había hecho con las suyas. Sólo teníamos 12 horas juntos y ya éramos más que amigos, era un lazo muy especial, habíamos llegado a intimar muy rápidamente, no quería que llegara a su fin… no así, en una forma tan fría y cruel. Duré unas horas pensando en qué hacer, y al final, tuve que tomar la decisión; iba a pasar la noche bajo la tormenta de arena con mi compañero fiel Cami, así podríamos conocernos un poco más, y podríamos ahogarnos en pasión bajo la noche fría y la tormenta de arena, que viéndolo bien, no estaba tan mal mientras él y yo estábamos juntos.




(La foto de Cami al saber que no iba a morir esa noche...)



Continuará...


Jon Newsted

martes, 3 de marzo de 2009

La hazaña del Chivo.

Era un día soleado, el primera día caluroso del año, yo como no estaba acostumbrado al calor por el recién pasado tiempo de frío, estaba bien arropado (Una tanga roja con manchitas negras, siguiendo la moda emo ( ajá, sobre todo porque los amo)), pero comencé a sentir la ráfaga de viento caliente, era como sentir las mismas llamas del infierno, el aliento de un dragón furioso, un pedo en un cuarto completamente cerrado… Bueno, el caso es que decidí cambiarme, fui a mi ropero y busqué y busqué por horas entre las pieles de los animales más extraños que yo mismo les arranqué con mis propias manos estando ellos vivos aún, era mi prueba de hombría, mi única forma de defender mi masculinidad según mi familia, mi religión y mis creencias de todos tipos, entonces, en el fondo, hasta lo más profundo del ropero, encontré la pieza que tanto quería, tenía un brillo celestial, como si los mismos ángeles conocieran su santidad, su pureza, su gloria. Y así fue, me puse mi tanga con trompa de elefante hecha de algodón y con una trompa de licra para evitar sarpullidos y con un color rojo, el color de la pasión (dijera un piropo, pero algunos lo consideran muy profundo, va algo así como; Si el rojo es el color de la pasión, báñame con tu…sigamos con el tema principal…).












Entonces, celebrando la ocasión tan importante que era el usar mi tanga de leopardo roja, que nunca me había puesto porque la compré en la barata de invierno decidí ponerme a ver la tele en la sala frente a toda mi familia, yo estaba en una pose común algo así cómo…














Algo así,(pero yo sí soy sensual). Mientras todos veían mi enormes atributos, en eso que llegan unos amigos míos, y la plática fue muy interesante:
- Hey tú, puto!, qué haces pendejo?! – me dijo uno de mis compas.
- Nada verga, nomás acá valiendo madre – le contesté
- Y qué pedo con esa pinche tanga de puto? – me dijo burlándose
- Pendejo, es aerodinámica y además muestro mis enormes atributos, y si nos estamos cayendo por un barranco, ya tenemos cuerda para salir fácil, así no perdemos tanto tiempo. – dije yo mostrando mi grandeza de mente, y mi enorme superioridad en cuestiones de peligro.
- Es verdad! – contestó el otro wey con un gesto en su cara algo así…
(Bueno, no tan jodido, lo sé, exageré, pero ustedes entenderán).
Y luego de nuestra plática tan científica decidimos ir a comer algo, pero como ya estábamos hartos de los frijoles, fuimos al rancho del tío Rodomino, es un buen tipo, pero perdió el ojo izquierdo, el brazo derecho, el pie izquierdo, el dedo meñique de la mano izquierda, y el poro derecho de la nariz, lo bueno del tío Rodomino es que está muy agradecido con la vida, siempre que lo visitamos nos saluda con un tierno; Josuputa madre!, ya llegaron!, van a estar mucho tiempo aquí? Porque estoy muy ocupado y no los puedo tener mucho tiempo aquí.
Y nosotros como entendemos que él está muy ocupado le decimos; No te preocupes, nosotros nos hacemos lo que ocupemos, pero pásame la sal que tienes a mano derecha.
Por alguna extraña razón, se enoja cuando le digo eso, realmente, no sé porqué sea…

Bueno, cuando llegamos esa vez, le pedimos algo de comer, porque ya estábamos hartos de los frijoles y mi tío nos dijo que podíamos matar a un chivo de los que tenía en su patio, pero mis amigos y yo nunca habíamos hecho eso, nunca se nos hubiera ocurrido matar un pobre chivo, es algo muy frío… pero qué más da!, el hambre es canija y ya no queríamos frijoles definitivamente.
Entonces salimos, el viento comenzó a rugir como los lobos hambrientos suelen hacerlo por las noches de luna llena mientras los zombis bailan al ritmo de Thriller de Michael Jackson (es tan famoso que hasta tiene una película).






























...


Levanté mi cabeza poco a poco mientras tomaba la punta del sombrero blanco que traía puesto, mi mirada quedó fija en cuestión de segundos, apoyé mi mano derecha en el cinto piteado y lo vi, era él, mi único objetivo, el chivo… mi próximo alimento. Su mirada me intimidó, era fría y parecía que ya sabía lo que el destino le iba a deparar, agachó su cabeza lentamente, tomó un poco de pasto del piso, y levantó su cabeza, luego volteó a verme fijamente mientras masticaba el pasto con toda calma; mandíbula arriba, mandíbula abajo, mandíbula arriba…
Yo sabía que la hora había llegado, alguien tenía que morir ahí mismo, y sabía que no era yo… entonces tomé el machete matón asesino de cholos, cabras, caballos, chivos, becerros, cochis, vacas, chanates, etc. Y me acerqué lentamente a él, agitaba mi machete rompiendo el leve viento con el agitar tan desmesurado por los nervios, sentía la sangre corriendo por mis venas y la adrenalina me comenzaba a invadir, unos segundos más, sería propiedad de la demencia pensaba una y otra vez, pero era un riesgo que debía tomar. Caminé más lento ahora, pensando un poco más las cosas, respiraba quebradamente, y el chivo agitaba su cola siguiendo un mismo ritmo, por momentos paraba y soltaba un llanto anunciando su muerte, pidiendo piedad, pero no pude controlarme ni tras escuchar tales réplicas de miedo, así que tomé el machete con todas mis fuerzas lo volteé a ver y me decidí, entonces levanté mi brazo lo más rápido posible para no perder el valor…





Zas! Que se escucha un grito de atrás ; Ay! Hijo de tu pinche madre, me cortaste el otro brazo cabrón!, no te quiero ver! Chinga tu madre de aquí ¡!!

Y así fue como mi tío Rodomino perdió su otro brazo, y como nos vetó de por vida de su rancho, aunque creo que después de eso comenzó a ser más feliz, desde ese día ya no suele hacer ninguna mala seña con los dedos, ni ha golpeado a nadie, y cosas así me hacen ver que no todo lo que se considera malo, no lo es, si todos tomamos una mentalidad como la de mi tío todo podría ser felicidad, si sólo todos pudiéramos ver el lado bueno de cada cosa que pasa a nuestro alrededor.


Jon Newsted.