viernes, 5 de diciembre de 2008

Saga: El triciclo - La ponchada

Como ya había dicho que iba a contar cómo se me ponchó el triciclo, pues les contaré la historia.

Era un día como todos, el sol salía por el oriente, las aves cantaban su feliz son de la hermandad, el viento era gentil al rosar las flores que tenían el rocío de la mañana en sus pétalos, el sol saludaba al mundo con su sonrisa enternecedora.


Era muy temprano aún, yo apenas me estaba despertando, prendí la tele esperando ver algo que me llamara la atención pero noté que era muy temprano para ver el Golden, así que mejor fui a trabajar.

Fui a la parte trasera de mi casa, volteé a ver al cielo, saludé al sol con una mirada de satisfacción, las aves volaban a mi alrededor, seguían cantando su hermosa melodía, y yo seguía su ritmo bailando alegremente. Después decidí ir por mi vehículo para ir al trabajo, tomé la sábana que lo cubría y la retiré de mi medio de transporte, un triciclo último modelo :




Lo sé, se mira un poco viejo, pero es porque tenía unos días sin usarlo, yo sé que con un poco de limón se limpia por completo.

Siempre que salgo en él la gente se empieza a reír, y a señalarme, creo que es por envidia, sí, es lo más seguro.

La otra vez yo estaba trabajando en el triciclo cuando llegó un cubanote a donde yo estaba, se paró enfrente de mí y me dijo – oe, hijo de putah!, quéh bonitoh trihiclo!, te voy a meter mi riatón! -. Yo nomás levanté mi mirada y le vi el rostro, noté que traía bling blings, y dientes de oro, entonces pensé – Corro por mi vida, o peleo como el gran hombre que soy? -. Así que en ese momento noté qué tan valioso es mi orto, entonces decidí pararme y le dije – Pura madre me metes tu riatón, hijo de la chingada -. Me senté en el triciclo y me fui dándole como a quinientos por hora (todo sea por salvar mi orto), mientras yo iba a todo lo que daba el cubanote venía atrás de mí y escuchaba sus gritos a lo lejos – Te voy a alcanzar, y cuando lo haga, te va a doler, hijo de putah! -. Eso me daba más poder en las piernas, me dio condición física, repentinamente no sentí el cansancio, y cuando volteaba para atrás, me asustaba lo que podría llegar a ver, con justa razón, el cubanote llevaba ventaja a una persona normal, él contaba con más velocidad que la gente promedio, su tercer pierna le daba más velocidad, la gente lo veía pasar casi volando, todos quedaban asombrados por tremenda… velocidad, y condición física.

Unas cuadras siendo correteado por el cubanote, decidí pararme y afrontar al enemigo. Él sólo me vio y sonrió, creía que yo sería fácil de penetrar, pero no fue así. Se fue acercando poco a poco a mí, y repetía constantemente – Te va a doler sólo un poco, hijo de putah -. Pero cuando estaba cerca de mí, hice algo que ningún cubanote iba a resistir… Puse música rap en mi estéreo, él no pudo resistirse y comenzó a bailar y a rappear, sus pasos de breakdance impresionaron a la gente, toda la gente de la ciudad se acercaron a verlo, luego llegó un busca talentos y al ver la forma tan maravillosa con la que se movía, y al ver el carisma que tenía con la gente, le propuso que firmara un contrato con una disquera para que levantara todas las cosas pesadas del estudio que ninguna otra persona podía levantar, y él aceptó.

Bueno, y como decía, fui a trabajar, anduve en mi medio de transporte buscando dónde podría trabajar esta vez, y de pronto que encuentro “la mina de oro”, era un lugar lleno de latas de cerveza vacías, eran como cien, así que me acerqué a tomarlas, estuve a punto de llenar un costal para irlo a vender a fierro viejo, eran como treinta pesos si las vendía, fue un momento muy feliz, estoy seguro que una lágrima recorrió mi mejilla.

Entonces, cuando iba volviendo a mi casa para desayunar prendí mi estéreo y me puse a escuchar cumbia, en cada semáforo rojo me paraba y me ponía a bailar con la gente que iba pasando, toda la gente aceptaba mi propuesta de baile, la alegría de la cumbia nos invadió y dejó la nostalgia de lado para la gente triste, todos bailamos por medio de la calle sin importarnos qué nos podía pasar. Cuando el semáforo se puso en verde, fui a mi triciclo y por alguna razón inexplicable mi triciclo y yo comenzamos a flotar, nos transportábamos por los cielos a una tremenda velocidad, íbamos tan rápido que no pude controlar mi triciclo, hice lo posible para poder controlarlo pero no pude, cuando vi mi casa bajo mí, decidí hacer mi último esfuerzo, jalé el manubrio lo más fuerte que pude, pero el triciclo no cedió, y entonces decidí saltar, tomé el costal con las latas de cerveza, las eché a mi costado, le dije mi último adiós a mi querido triciclo y me aventé, por suerte caí encima del costal, por eso no me pasó nada, pero cuando volteé para arriba vi cómo el triciclo caía en picada, fue algo muy doloroso para mí, unos instantes después, logré ver la intensa explosión a lo lejos, era mi triciclo que había tenido un fuerte impacto con un trailer que traía gas, la explosión fue muy fuerte, la gente corría, gritaba, y lloraba, estaban desconsolables, era un terror colectivo, unas horas después de que el fuego fue controlado, fui a ver el lugar donde mi vehículo había fallecido, y al llegar ahí, noté que mi triciclo estaba ahí, como si nada, sonreí a él y me le acerqué, pero no había salido totalmente ileso, había caído en una rama con espinas y se le había ponchado la llanta delantera, fue algo muy doloroso…



Luego contaré cómo desponché mi triciclo. Es una historia emocionante, romántica, cómica e impredecible, incluso algunos la notan como algo erótico, cada quién su punto de vista.



Jon Newsted.

4 comentarios:

gamboacozain dijo...

ke tristesa me da la perdida ke le ocacionaron esas espinas a tu triciclo.
grasias por estas maravillosas historias que incrementan las ganas de seguir viviendo en este mundo de fracasos penas y nostalgias, grasias una vez mas jon wested

Maxwell Van Hasen dijo...

señor
sus historias son tan buenas
me deleitan
una gran fuente de sabiduria para el alma.
muchas gracias
siga asi guapo.

Jon Newsted dijo...

Os agradezco vuestros comentarios, fieles míos, os prometo más de mis grandiosas aventuras, y empaparlos con mi gran sabiduría, os agradezco de todo corazón.

kondas kondas dijo...

Tienes la gracia de un ladrillo para escribir.

escribe menos pto.